Carta a mi madre
- Luis Carlos Velasco Morales
- 28 abr 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 abr 2019

Por más discusiones que haya dentro de tu casa y sientas que ese cariño es causa perdida, ten la seguridad de que ellos te quieren y que ese cariño dura toda la vida...
El 6 de diciembre de 2011 mi madre murió de un paro cardiaco frente a la Clínica Vascular Navarra. Padeció por años una diabetes que poco a poco fue consumiendo su vida. Aunque tuvimos un antes y un después en nuestra relación su ausencia aún se siente.
El año pasado en medio de una de esas crisis que dan por la depresión y por la mala relación que tenía con el ExAmor empecé a escribirle cartas a ella. Así que buscando en esos documentos encontré una que fue escrita con mil lágrimas en lo ojos y con la mayor honestidad posible. Hoy quiero dejarla por aquí, porque nada ni nadie supera el amor de madre:
Querida Conchita, madre mía. Hace unos largos años te fuiste de este mundo dejando un vacío que a la fecha no se ha podido llenar.
Quisiera decirte que durante este tiempo todo ha estado bien, pero no. Han sido muchas subidas y bajadas, he ganado y he perdido. Sin intención y por pretender hacer más he hecho menos y lo peor es que me he complicado la vida y he complicado la vida de otros. Si tan solo hubiera seguido tu consejo de preocuparme más por mí que por otros todo estaría mejor.
Me he desdibujado y no he sido el mismo, a veces no sé ni quién soy. No sabes cómo anhelaría que estuvieras aquí conmigo, sé que todo estaría mejor, sé que por lo menos me consolarías y me darías tu apoyo para no sentir esta soledad tan oscura.
Mamita querida te extraño y me pregunto cada día si estás orgullosa de mí o no. Espero con tu ayuda levantarme de este desierto tan grande para reparar a los que sin pretender he lastimado y para encarrilar mi vida a los sueños que aún falta por cumplir y que tú siempre animaste.
Te amo y espero verte de nuevo algún día.
Hoy le digo a mi madre que en un tiempo corto y por una descepción amorosa he crecido como jamás creí que fuera hacerlo, que me siento diferente y que la vida ha sido justa y generosa. Sé quién soy y sé cuál es mi misión.
Por último, entendí que escribir es la mejor forma de superar las pérdidas de la vida.
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