Hay momentos en la vida que nos dejan una huella más profunda que otros, y en mi caso particular hubo frase que le oà a uno de los sacerdotes formadores en mi época de seminario. Dicha expresión es la siguiente:
Cuando el hombre quiere ser ángel, termina siendo bestia.
Desde el primer momento que la escuché me quedó dando vueltas en la cabeza porque pensaba que era real, pues a todos y todas nos ha pasado que nos esforzamos porque las cosas salgan bien pero a veces se salen de control y por querer hacer un mundo de perfección se transforma en un caos imperial.
O piense usted, querido lector, en momentos en los que sus intenciones van por otro camino del resultado de sus acciones. O simplemente cuando hace algo por alguien creyendo que está bien y al fin resulta que hasta eso era tóxico o malo para esa persona.
Y fue en este punto donde hice una reflexión y una lista de aciertos y desaciertos de mi relación anterior con el único fin de mejorar aquello que no habÃa visto y de corregir eso que creÃa bueno que al final no era ni tanto. La conclusión de este análisis es que jamás hay que hacer cosas que sobrepasen nuestros intereses personales ni que pongan en duda el amor que nos tenemos.
He aquà la importancia de mantener nuestra balanza del dar y recibir en un santo equilibrio, asà nos evitaremos sentirnos mal por entregar tanto y obtener poco, evitando el victimizarnos de manera cruel y permanente. Por eso, es mejor siempre tratar de ser un ángel con nosotros mismos para no ser una bestia con los demás.